NUESTRA HISTORIA

REAL ILUSTRE Y FERVOROSA HERMANDAD SACRAMENTAL DE LA PURA Y LIMPIA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO Y COFRADÍA DE NAZARENOS DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA SALUD, MARÍA SANTÍSIMA DEL REFUGIO, SANTA CRUZ, NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO, SANTA BÁRBARA Y SAN BERNARDO.

Establecida canónicamente, desde sus orígenes, en la Iglesia Parroquial de San Bernardo de esta ciudad, es la resultante de la unión de tres corporaciones diferentes a lo largo del tiempo:
La más antigua de todas, es la Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas del Purgatorio de esta parroquia, cuyo origen, según narra la tradición y recogen nuestras crónicas, data desde la liberación musulmana y fundación del barrio de San Bernardo por el Santo Rey de España D. Fernando III de Castilla, apresurándose entonces sus virtuosos vecinos erigir el primer templo en acción de gracias al Todopoderoso por haberlos librado de aquel yugo con que tantos años habían vivido, conteniendo tan sólo un pequeño altar con las imágenes de la Santísima Virgen y un San Bernardo.
Debido a las necesidades cotidianas de la vida cristiana, para que se pudiesen administrar los Sagrados Sacramentos, tenían que recurrir bien a acudir a otras iglesias, o bien a esperar que pudieran ser celebrados en la capilla. Por ello, cada vecino guardaba en su domicilio un cirio, el cual servía para acompañar el Santo Viático cuando se había de administrar a alguien del arrabal. Tal fue el origen de esta fervorosa Hermandad Sacramental del arrabal de San Bernardo de Sevilla, pues se reunían todos los vecinos con sus cirios formando corporación e iban a la ciudad por la Sagrada Forma, antes siempre que se cerraran las murallas para evitar inconvenientes.
Con el paso de los años, fueron organizándose proyectos, se estableció la unión de todos los cristianos que allí se hallaban, constituyéndose así la Hermandad del Santísimo Sacramento, tratando de fomentar la práctica de la adoración a la Sagrada Eucaristía, a la vez que auxiliar a la Parroquia en la sacramentación de enfermos y la administración del Viático a los moribundos de la feligresía, consagrando además Solemne Función al Santo Patrón, San Bernardo, y a la Virgen del Patrocinio, ambas en su festividad. Al objeto de seguir paliando otras necesidades cristianas, se decidió aplicar sufragios por los hermanos difuntos, logrando hacer un enterramiento para ellos, en lo que después se convertiría en cementerio público de cristianos con el nombre de San Sebastián, acudiendo todos los domingos del mes de noviembre formados con sus cirios encendidos al campo santo a rezar el Santo Rosario, dando esto origen a la formación de la Hermandad de las Ánimas, integrada por los mismo individuos, pero con fondos separados.
Según el presbítero, D. José María Ruiz y García, maestro de Sagradas Ceremonias de la Santa Iglesia Catedral, y después canónigo de la misma, es una de las primitivas hermandades fundadas sobre la Minerva de Santa María del Orden de Predicadores de la Ciudad de Roma. Siendo aprobadas sus primeras constituciones por el Sr. Provisor de Sevilla, Dr. Messía de Lassarte, el 2 de diciembre de 1570.
También contaba la feligresía con una asociación de fieles de carácter letífico, resultante de otras dos. La primera surge de la devoción popular a una Cruz que sobre peana y flanqueada por faroles de aceite se erigía al principio de la calle Ancha de San Bernardo, allá por el siglo XVII. Alcanzando un gran auge en los primeros años de la siguiente centuria, con mucha participación de fieles, que acudían a orar y celebrar cultos y sermones, con grandes festejos en la calle Ancha todos los domingos del mes de mayo y una función en el día de la Cruz, ayudándose de las limosnas que recibían. Todo ello, lleva a estos devotos a dirigirse a la autoridad eclesiástica al objeto de poder constituirse en hermandad, otorgándole D. Alonso de Baesa y Mendoza, Deán y Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, con fecha 20 de mayo de 1719, licencia para que reunidos un cierto número de hermanos redacten reglas y las presente para su aprobación, dictándose normas de Santa Obediencia, para que nadie pueda oponerse a dicho fin. Sin embargo, la solicitud de sus primeras ordenanzas no sucede hasta trece años más tarde, consiguiendo la aprobación de la autoridad eclesiástica con fecha 16 de septiembre de 1732, con el título de la Hermandad de la Santísima Cruz y María Santísima del Patrocinio, con sede canónica en la Iglesia Parroquial del Señor San Bernardo.
La otra corporación gloriosa, se trata de la Congregación de Devotos del Santo Rosario de la Iglesia de San Bernardo (también conocida como Congregación del Rosario del Patrocinio de Nuestra Señora), que se crea como asociación espontánea de vecinos y devotos dedicada a la organización y fomento del Rosario público, a raíz del gran auge que el rezo del Santo Rosario adquiere en la ciudad durante el último cuarto del siglo XVII y la primera mitad del siguiente, con un importante uso generalizado entra las familias y las manifestaciones públicas que se extendían de este piadoso ejercicio. Comenzando a realizar esta práctica religiosa con rezos y cantos, con fecha 29 de abril de 1736, saliendo de forma organizada de madrugada.
Al objeto de dar formalidad a este culto, deciden solicitar la autorización pertinente a la autoridad eclesiástica con fecha 19 de agosto del mismo año, constituyéndose como congregación.
La tradición nos dice que ambas corporaciones de gloria llegaron a unirse, formando la Hermandad de la Santa Cruz, Nuestra Señora del Patrocinio y San Bernardo, de la que tenemos noticias que tuvo residencia canónica en la Capilla Sacramental hasta el año 1764, que la Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas prohíbe a cualquier otra corporación venerar allí a sus Titulares, trasladándose al templo parroquial.
La más reciente de todas es la Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Salud y María Santísima del Refugio, cuyo origen fundacional data de la década de los cuarenta del siglo XVIII, señalando Bermejo a este respecto el año 1748 como más probable, y que se debe a la iniciativa de unos muchachos del barrio, Juan Severino y Juan Rodríguez, que se ocupaban en pasear a diario por las calles un Señor, con la Cruz a cuestas, al que dieron por título de las Tres Caídas. Pronto se les une otro joven, Antonio Alonso Sánchez, adquiriendo una efigie de un Crucificado y otra de una Virgen, advocándolos de la Salud y Patrocinio, imágenes, que, al ser de barro, tenían que estar constantemente renovándose. Juan Severino perece ahogado, pasando todos los efectos al domicilio de Juan Rodríguez, llegando a la conclusión que tenían que hacer unos pasos de más dimensión, idea que ejecutaron comprando otras imágenes mayores y agrupando un gran número de adolescentes de su edad que se les unieron, para todos los años hacer estación en la tarde del Domingo de Ramos desde la calle Tapada hasta la plaza de la Iglesia. De esta forma salió hasta el año 1758, pero al variar este último su residencia, deja las imágenes y enseres en casa de otro componente del grupo, Ramón Peredo, en la calle de Ocho Hornos desde donde saldría la cofradía.
La corporación fue en aumento, ya en el año de 1761, Antonio Alonso Sánchez, a quien se le refiere como Hermano Mayor, comienza a mantener conversaciones con D. Juan Antonio de Villanueva de Albendea, por aquel entonces cura párroco de la feligresía, para poder instalar las imágenes en el templo, a lo que accede. Una vez establecidos en la Iglesia, eligen como secretario a Eusebio Pulido y se inicia un libro de asientos de la Hermandad. El Domingo de Ramos del año 1762, sale de la Parroquia portando el Crucificado que coronaba el altar mayor de la Capilla Sacramental. Al año siguiente, con sus primeras constituciones redactadas, el Sr. Párroco se dirige al Provisor D. José Aguilar y Cueto para que sean verificadas, pero no fueron admitidas, lográndose no obstante, de parte del Cardenal Solís licencia para procesionar en la tarde del Lunes Santo, siempre y cuando lo acompañase el cura, y D. Juan Ponce de León, presidente de Capillas, diese el correspondiente beneplácito para que la Cofradía saliese de la Iglesia, a lo cual los cofrades prepararon la estación de ese año con mayor orden y lucimiento que en ocasiones anteriores, para lo cual pidieron permiso al Prior de los Dominicos del Convento de Portaceli y poder sacar un Crucificado que había en la sala De Profundis y le solicitaron le bendijera una imagen grande de la Virgen que habían adquirido, accediendo el Sr. Prior a todo ello, dándole a la talla mariana la advocación de Patrocinio. Los pasos se arreglaron en dicho convento, trasladándose en la noche del Domingo de Ramos al Templo Parroquial, acompañado de muchas luces, un grupo de religiosos dominicos del referido convento, y la afluencia de gran número de personas, mientras sonaban repiques de campanas.
El Lunes Santo salió de la Parroquia la Cofradía haciendo estación a la Iglesia del Convento de San Benito. El día 11 de abril de 1764, tras la información favorable del nuevo párroco D. José Ramón de Aldana, y por mandato del Cardenal D. Francisco Solís, son verificadas y aprobadas sus Reglas por el Sr. Provisor, haciendo su primera Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral el día 18 de abril del mismo año, Miércoles Santo, portando de nuevo la talla del crucificado del Convento de Santo Domingo de Portaceli. El día 3 de abril del siguiente año, mismo día santo, la Cofradía sale por segunda vez a la Catedral portando ya el magnífico Crucificado de la Salud que existía en la Iglesia de San Bernardo, dándole licencia para ello el referido presidente de capillas con fecha 12 de marzo, quien también le otorgó la correspondiente autorización, dos días antes, para establecerse en la parroquia usando el altar de la mencionada imagen.
En referencia a la imagen del Santo Cristo de la Salud, cuenta la tradición y así lo recogen los anales de esta Hermandad, para su perpetua memoria, que según predicó en 1761, el mercedario descalzo, D. Francisco Escovedo, que en el año 1327, un vecino del barrio de 23 años, que estuvo tullido y sin remedio ni consuelo, se acordó de haber visto en una capilla de San Lázaro, la talla de un Crucificado, de buena factura y sin culto, y encomendándose a él, le pidió la salud, la que al punto recobró, quedando perfectamente sano. Gozoso por lo sucedido, fue a visitar la imagen en compañía de otras personas, llegando este milagro a oídos del Arzobispo, el cual mandó se llevara esta sagrada escultura a la Iglesia de San Bernardo, como en efecto se verificó, solicitando los feligreses que se le advocara con el título de la Salud, con el que desde entonces fue invocada y venerada. Si bien, cabe decir que la imagen cristífera autorizada para darle culto la Hermandad fue realizada tres siglos después y de siempre se creyó obra del taller de Pedro Roldán.
En el año de 1764, la Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Patrocinio puso pleito a la Cofradía de Penitencia, solicitando que se abstuviera ésta de usar el título de Patrocinio para la imagen de su dolorosa, argumentando para ello, que no podían existir en la misma parroquia dos hermandades en que las Titulares tuvieran la misma advocación. Resolviendo un año más tarde, el canónigo D. Diego de la Varra, Presidente de Capillas, mediar entre ambas corporaciones, dándose a la imagen mariana de la Hermandad de Penitencia el título de Refugio.
Respecto a la Hermandad Sacramental, hay que decir que cuando inició el Ilmo. Cabildo Catedral, por el año de 1593, la construcción de un nuevo templo, aunque de reducidas dimensiones, que actuaría a modo de auxiliar a la Parroquia del Sagrario de la Catedral. Contiguo al templo parroquial, se labró una gran Capilla Sacramental, de mayores dimensiones que la iglesia, a cuyos pies había un pequeño acceso que comunicaba con la anterior, de planta rectangular, con una puerta que daba vistas a la calle de los Monillos, hoy Gallinato. Contaba dicha capilla, con un Altar Mayor, con su Sagrario; y cuatro altares, el de las Ánimas y de las Santas Justa y Rufina en el lado derecho, y el de la Encarnación y del Cristo de los Afligidos, en el izquierdo, además del de la Virgen del Pópulo en el acceso hacia la parroquia. Contando también el inmueble con sacristía y varios aposentos, y su propia cripta para enterramientos.
En el año 1617, los miembros de la hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas del Purgatorio, juraron e hicieron voto de defender el augusto misterio de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María. Asistiendo a la Solemne Función que con tal motivo se llevó a cabo en la Santa Iglesia Catedral, formando parte corporativamente en el cortejo de la procesión que con la imagen de la Inmaculada se celebró por las calles de la ciudad. También solemnizaron todos estos cofrades en la Capilla dicho misterio a la Santísima Virgen María. Práctica de fe que repetían anualmente, y se sigue haciendo hasta nuestros días, y de forma muy especial en los cultos realizados coincidiendo con los centenarios de esta efeméride.
En lo que se refiere a sus normativas cabe señalar que el Real Consejo de Castilla, con fecha 4 de octubre de 1782 aprueba nuevas Reglas para la Hermandad Sacramental, constituidas por veinticuatro capítulos, mientras que, para la Hermandad de Penitencia, dicho consejo hizo lo propio, con fecha 4 de marzo de 1793, aprobando unas ordenanzas formadas por diez capítulos.
Será también el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, cuando el monarca sea recibido como hermano de la corporación penitencial, obteniendo de esta forma dicha Cofradía el título de Real. Si bien, la Hermandad Sacramental, también ostenta dicho título desde 1848 al ingresar en la misma S.A.R el Infante y Duque de Montpensier, quien, además, sería nombrado con fecha 12 de mayo de 1893 Hermano Mayor Honorario. Siendo miembro a la vez, tanto él como su familia, de la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud y Nuestra Señora del Refugio.
Estas distintas corporaciones, hasta nuestros días, han vivido diferentes momentos siempre en consonancia con la situación de la época. En el caso de la Hermandad del Santísimo Sacramento, podemos decir que gozó de gran salud durante casi toda su historia, siendo una de las de más renombre de la ciudad, al menos hasta el mes de septiembre de 1841 en que con la desamortización secular quedaban enajenadas todas las fincas, rentas y bienes de las que era propietaria esta Hermandad, lo cual significó que la situación económica se hiciese cada vez más precaria, quedando de esta forma, sumida en un estado de decadencia y postración, sujeta tan sólo y exclusivamente a las cuotas de los hermanos y a las limosnas. Pese a ello, con más o menos trabajo, nunca dejó de llevar a cabo sus cultos a lo largo de los tiempos y sin interrupción, entre los cuales podemos reseñar que celebraban las fiestas “mensales” todos los terceros domingos de mes, con misa mayor y procesión claustral a su término, numerosas misas rezadas o cantadas debido a diferentes mandas testamentarias, así como las llamadas “de postre”, también bastante frecuentes. Consagraban solemnes funciones por la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, con procesión por la plazuela, la cual se recubría de romero para la ocasión. Así como a San Juan Bautista en su festividad, a las Ánimas Benditas del Purgatorio y a su patrona la Inmaculada Concepción. Participaban en los Santos Oficios, sufragando los gastos a medias con la parroquia. Y todos los años, se celebraba la Fiesta principal, que al parecer, hacia mediados del siglo XVII, tenía lugar el tercer domingo de septiembre, día de San Mateo, con misa, sermón y vísperas, saliendo la Procesión con Su Divina majestad bajo palio por las calles de la Fábrica de Bronces (más tarde Real Fábrica de Artillería) y dando la vuelta por la plaza, acompañada de música de coro y violines; a principios del siglo XVIII la Hermandad comenzó a celebrar el Jubileo Circular, que en principio era convocado para el mes de julio, pero a partir de 1709 este culto de exposición permanente del Santísimo Sacramento, empezó a oficiarse en agosto, en la festividad del patrón, dotando los hermanos a este acto litúrgico de gran aparato formal, lo cual produjo que la solemnidad del mismo fuera creciendo en el transcurso de los años, llevando a cabo su Solemne Procesión Eucarística al finalizar estos cultos. También practicaba anualmente honras por sus hermanos difuntos, con procesión a la Cruz de las Ánimas que existía en el prado, frente al cementerio de San Sebastián; crucero construido por la Cofradía frente a dicho campo santo a mediados del siglo XVII, en el lugar donde finalizaba su estación el día de las honras, práctica piadosa que duró hasta bien entrado el siglo XIX, que dejó de llevarse a cabo.
En el año 1779 cuando acordó el Ilmo. Cabildo Catedral construir un nuevo templo que respondiera al número de feligreses y al progreso del arrabal, fue solicitada la cooperación de la Hermandad del Santísimo Sacramento, para que cediera el terreno de su propiedad que fuera necesario a tal objeto. Acordó pues esta corporación acceder a tal solicitud, cediendo ésta la capilla, sala de cabildo, y demás aposentos, así como todo el terreno que fue necesario de las casas que las que tenía en propiedad inmediatas a dicha Iglesia; a cambio el referido Señor Presidente se comprometía a labrarle nueva capilla, sala de cabildo, y almacenes, así como bóveda para los enterramientos; quedando obligado también, el referido cabildo catedral, a otorgarle las Escrituras de Propiedad, colocar todos sus altares en el nuevo templo y la esquila en la torre.
En relación a las otras asociaciones, es de destacar la salida en el año de 1800 del Santísimo Cristo de la Salud por motivo de epidemia. Así como la del último día del año de 1809 por rogativas.
Sin embargo, la fecha de 11 de diciembre de 1815, marca un hito importante ya que la Hermandad de Penitencia se fusiona con la de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Patrocinio, ya establecida en el templo parroquial, constituyéndose, por tanto, en una única corporación que gozaba de esta forma del carácter de Gloria y Penitencia.
Aun así, esta Hermandad comienza a experimentar por dicha época un proceso de declive, habiendo realizado su última estación de penitencia dos años antes. Sería en 1823 cuando un grupo de hermanos intenta recupera la cofradía, realizando de nuevo Estación a la Santa Iglesia Catedral, algo que no volvería hacer hasta 1839; también salió al año siguiente, aunque en esta ocasión lo hizo el Jueves Santo por haber llovido el día anterior, y ya no lo volvería hacer hasta 1860, en la que se produjo la curación milagrosa de una niña aquejada de difteria. Si bien, la mayoría de estas ocasiones, tuvo que salir con los pasos y los enseres de la Cofradía del Despedimiento de San Isidoro.
Pero la verdadera reorganización de esta corporación no se producirá hasta 1880.
Desde hace bastante tiempo a la Hermandad de San Bernardo se la conoce popularmente por el sobrenombre de Hermandad de los Toreros, viniéndole dicho calificativo por haber contado en su nómina de hermanos con numerosos maestros de la tauromaquia a partir de dicha fecha. El iniciador de esta vinculación es Francisco Arjona, el famoso Curro Cúchares, que junto con un grupo de vecinos del barrio comenzaron a gestionar la Hermandad tras el periodo de decadencia a la que se vio sometida desde 1813.
Cúchares, Hermano Mayor, marcha a América cumpliendo sus obligaciones profesionales y muere en Cuba de peste negra, muerte que por su enfermedad hace imposible su retorno. Tras su perdida, vuelve la Hermandad a caer en la postración y es otro torero, Francisco Arjona, hijo del anterior, también llamado Currito, quien se decide a reorganizar de nuevo la Cofradía, y que, gracias a la ayuda del párroco, consigue levantarla de nuevo poniendo buena parte de su dinero para lograr los enseres necesarios. Este se rodea de personajes tan conocidos como El Tato. Además, han pertenecido a la Hermandad José Claro, Pepete, que ocupó el puesto de Mayordomo, los Trigo, Paco Fuentes, los Bienvenida, y ya más cercanos a nuestros días Antonio Ordóñez, Diego Puerta y los hermanos Vázquez Garcés, de los que Manolo fue Hermano Mayor, siendo hasta la fecha el último torero que ha ocupado dicho cargo.
Ya en el siglo anterior, un acontecimiento mariano importante para la Cofradía Sacramental fue el ocurrido con fecha 19 de junio de 1916, cuando junto a las demás hermandades de Sevilla, juraron e hicieron voto de defender el misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María en Cuerpo y Alma a los Cielos, asistiendo a la gran función y procesión que por esta causa se organizó en la Iglesia de la Magdalena, donde una comisión de hermanos con sus insignias, en representación de toda la corporación, llevaron a cabo dicho juramento. Siendo esta Hermandad Sacramental, la primera en toda la ciudad que enarboló una bandera con el lema: “Assumpta est María in Coeli”. Insignia que se estrenó en la procesión del Jubileo del Santo Titular, el 21 de agosto de 1917. Con gran regocijo de los hermanos y de los que asistieron a la misma.
Muchas han sido las anécdotas acaecidas en la vida de nuestra Hermandad a lo largo del siglo en que vivimos, pero tenemos que pararnos para hacer mención a los momentos tristes vividos por el pueblo de Sevilla, que vio como grupos de incontrolados, de forma vandálica y guiados por el odio y la incultura, atentaban contra la devoción de muchos cofrades y contra todas las obras de arte relacionadas con dicha devoción. San Bernardo no escapó a esa barbarie y como otros muchos templos fue saqueado y las imágenes destruidas por el fuego. En estos incidentes se perdieron la magnífica imagen del Crucificado, tradicionalmente atribuido a Pedro Roldán, aunque diversos autores lo hacen ahora a Montes de Oca, y la imagen de Nuestra Señora del Refugio, también tradicionalmente atribuida a Cristóbal Ramos o a Luisa Roldán, La Roldana, hija del anteriormente mencionado Pedro Roldán, la imagen de María Magdalena de Ordoñez y la de San Juan. Así como la imagen gloriosa de Nuestra Señora del Patrocinio.
Por lo desagradable del momento no nos queremos estancar en esta recordada fecha de julio de 1936, pero la fuerza de los cofrades de San Bernardo fue tal que, en el año de 1939, y con un solo paso, se efectuó la Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral, para lo cual se contó con la autorización del Arzobispado de Sevilla de utilizar una imagen de Crucificado que se hallaba depositada en la Santa Escuela de Cristo de la Natividad, en la sala de profundis, y que provenía de la Escuela del Espíritu Santo.
Muchas fueron las gestiones hechas por aquellas fechas encaminadas a la consecución de unas imágenes que sustituyeran a las anteriormente perdidas, encontrándose luz en enero de 1938 al conseguirse del Cardenal Arzobispo de Sevilla, D. Pedro Segura y Sáenz, la cesión de la imagen del Crucificado de la citada Escuela de Cristo.
En el mes de enero, del año siguiente y en su día primero, es cuando la Hermandad ve como el barrio se engalana para recibir a la Madre que nunca los abandonó, pero como bonita sevillana, que venía a iluminar de nuevo a su gente y a ofrecer como siempre su manto para proteger y refugiar a todos los hermanos de esta Corporación.
También fueron cuantiosos los daños y las pérdidas que sufrió la Hermandad Sacramental debido a estos trágicos sucesos. Así en la Capilla Sacramental del Sagrario se arrancó un pequeño estípite, la imagen de la Inmaculada Concepción fue destrozada, mutilándose y perdiéndose otras tallas pequeñas de dicho altar. Destrozándose también otras sagradas esculturas como la de un Niño Jesús y de un Sagrado Corazón de Jesús. Perdiéndose los altares del Santísimo Cristo de los Afligidos, el de las Santas Justa y Rufina, y del altar de la Encarnación, una urna con la figura yacente de la Virgen del Tránsito, de singular mérito y procedente del destruido convento de San Agustín. En el Altar del Juicio Final o de las Ánimas, el lienzo quedó dividido en varios trozos, y el de la Virgen del Pópulo también sufrió grandes desperfectos.
En la tarde del 21 de agosto del año 1938, la Hermandad Sacramental volvió a organizar su Solemne Procesión Eucarística el último día del Jubileo Circular, constituyendo un acontecimiento extraordinario, con gran concurrencia de público, figurando en el cortejo un paso con la imagen de San Bernardo, recientemente restaurada.
Tras la guerra civil, podemos destacar una serie de sucesos relevantes para la Corporación de Gloria y Penitencia como fueron:
Lo acontecido el día 18 de marzo de 1941, cuando la imagen del Santísimo Cristo de la Salud fue trasladada, a hombro de sus hermanos, desde su templo hasta la Plaza de España donde se celebraría una Sagrada Eucaristía de clausura las Misiones Generales que se habían desarrollado durante esa semana en la ciudad, presidiendo el altar instalado en el lugar.
Otro hecho de importancia se centra en la gran devoción que Sevilla ha tenido a la Santísima Virgen María, habiéndole demostrado su amor en incontables ocasiones. Recogiendo este sentir popular hacia nuestra Bendita Madre, D. Antonio Filpo Rojas, a la sazón Hermano Mayor, que tuvo la feliz iniciativa de solicitar para nuestra ciudad el título de Mariana, honor que ostenta con orgullo desde el año de 1946.
Respecto a la Hermandad Sacramental, durante la segunda mitad del pasado siglo continuó practicando su calendario cultual todos los años, celebrando el jubileo en el mes de agosto, llevando en procesión a Jesús Sacramentado en su custodia procesional, el último día de estos cultos, unos años por la mañana y otros por la tarde. Así como con su procesión eucarística para el cumplimiento pascual con enfermos e impedidos de la feligresía, en la mañana de un domingo de este periodo litúrgico. Además de hacer sufragios por sus hermanos difuntos, en una novena que anualmente se celebraba a las Ánimas Benditas del Purgatorio durante el mes de noviembre.
Pero también, al igual que muchas otras de la ciudad, durante esta época acusó un importante decaimiento, lo cual llevó a sus miembros, inspirados siempre por el celo y patrocinio del Sr. Cura Párroco, D. José Álvarez Allende, llamado siempre por convenientes y aconsejables fines de apostolado, proponer a la Cofradía de Gloria y Penitencia, la unión de ambas corporaciones.
Comenzaron los acuerdos entre ambas hermandades en el año de 1964, ratificando los hermanos en cabildo general de hermanos de la Hermandad Sacramental dirigirse a la de Penitencia y Gloria y solicitar la fusión de ambas corporaciones. Aprobando esta unión los hermanos de la última en cabildo general de 8 de noviembre de 1964. Comenzando los trámites de esta conciliación entre ambas con fecha catorce de abril del siguiente año.
En 1967 ambas hermandades quedaron fusionadas en una única con sede canónica en el templo parroquial de San Bernardo, celebrándose por ello una solemne función religiosa, presidiendo la misa el párroco Sr. Álvarez Allende y estando a cargo el panegírico por el presidente adjunto del Consejo General de Cofradías, Rvdo. Rafael Bellido Caro.
Diez años más tarde, serían agregados Santa Bárbara y San Bernardo, como Titulares de esta corporación.
El 6 de febrero de 1965, con motivo de la Santa Misión General convocada por el Cardenal Bueno Monreal, saldría por las calles del barrio de San Bernardo, portada a hombros de sus hermanos, la Santísima Virgen del Refugio, llegando hasta la Enramadilla y la Pirotecnia Militar. Al no haber podido ser trasladada la venerada imagen al lugar de extrarradio asignado, la Barriada de la Plata en la carretera de Su Eminencia, dada las malas condiciones que ofrecía el terreno tras varios días de lluvia.
En el año de 1989, el Consejo General de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla designó a nuestra imagen titular, el Santísimo Cristo de la Salud, para presidir el Vía Crucis que cada año, como es ya tradicional, se celebra el primer lunes de Cuaresma, coincidiendo en tal ocasión con el día 13 de febrero.
Ya en el presente siglo, en el año 2006, la Hermandad decide afrontar la construcción de una nueva casa, cuya primera piedra fue bendecida y colocada por el Ilmo. y Rvdmo. Cardenal D. Carlos Amigo Vallejo, en noviembre de 2008. El día 19 de febrero de 2010 fue bendecida la nueva casa por el Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina.
Si bien, esta casa no sólo podía estar construida en su aspecto físico sino también en el espiritual. Por ello, con la intención de cubrir en la medida de lo posible las necesidades de formación cristiana de los hermanos, se llevó a cabo una Misión Cofrade que fue inaugurada el 21 de mayo de 2006, contando con numerosos actos entre los que habría que destacar el celebrado el día 20 de enero del año 2007, en el cual el Santísimo Cristo de la Salud habló a sus hermanos en un piadoso acto en el que la imagen del Señor recorrió su barrio por recónditos lugares, calles ocultas a los ojos del cofrade de San Bernardo, dándonos Su Palabra, iluminando así nuestros pasos por el mundo. Otro de los actos más bellos, fue el acontecido el día 27 de enero del mismo año, cuando al despuntar la mañana la bendita imagen de María Santísima del Refugio recorrió en Rosario de la Aurora las calles su barrio, rezándose los misterios gozosos de dicho ejercicio en distintos puntos del entorno de la Iglesia Parroquial.
Pero todavía faltaba algo dentro de este desarrollo de evangelización, de poco serviría todo ello si permanecía ajena la labor asistencial de la corporación en este proceso misionero, para conseguirlo la Diputación de Caridad, inspirada en el lema de nuestra hermandad, “Donde hay Caridad y Amor allí está Dios”, trabajaba en la posibilidad de llevar a cabo una obra social y caritativa en tierra de misión, lo cual la llevó a participar en un ambicioso proyecto de formación profesional consistente en la construcción y equipamiento de dos aulas: una de corte y costura y otra de cocina, junto con su internado. El domingo 21 de febrero, dos días más tarde de la bendición de la casa de hermandad, tenía lugar en la Misión de Santa Teresa de Namacunde (provincia de Cunene), en Angola, la inauguración y bendición de las Escuelas de Cocina y Costura e Internado Santísimo Cristo de la Salud. Este centro educativo, regentado por las Hermanas Misioneras de Acción Parroquial, fue sufragado en su totalidad por la Bolsa de Caridad de la Hermandad, encargándose en la actualidad del mantenimiento económico del mismo, contando con cerca de treinta internas de edades comprendidas entre 10 y 32 años, con el objeto de sacar a estas niñas y chicas jóvenes, muchas de ellas madres, de un ambiente de marginación y explotación infantil, incluida la sexual, y dotarlas de estudios tanto en el plano teórico como práctico y ofrecerles, de este modo, una salida distinta de la que en la realidad tienen, consiguiendo alcanzar así varios objetivos futuros como son, por un lado, facilitar la recuperación psicológica de las adolescentes y reducir su vulnerabilidad y reinserción social mediante el acceso a empleos remunerados y mejora de sus condiciones de vida; y de otra parte, promover junto con el gobierno estatal y su seguridad social, así como de las empresas privadas que actúan en la provincia, la inserción de las adolescentes en el mercado de trabajo.
El día 7 de abril de 2011, la corporación recibe, en el acuartelamiento de El Copero, el Titulo de Artillero de Honor del Regimiento de Artillería Antiaérea número 74, en reconocimiento a sus méritos relacionados con las diferentes Unidades del Ejército y en especial con el Arma de Artillería. Siendo acompañada por el Consejo General de Hermandades y Cofradías de la ciudad.
En la tarde del 9 de marzo de 2013, durante los actos conmemorativos del setenta y cinco aniversario de la llegada de la imagen del Santísimo Cristo de la Salud a San Bernardo, tuvo lugar el piadoso vía crucis anual con la venerada imagen, teniendo en dicha ocasión la particularidad de que su recorrido fue ampliado hasta la Parroquia de Santa Cruz, para rememorar el mismo itinerario que se efectuó cuando el Santísimo Cristo de la Salud partió de la aledaña Venerable y Santa Escuela de Cristo de la Natividad hasta San Bernardo. Visitando también la Capilla de Santa María la Blanca.
Al inicio del siguiente año, también se revistieron de gran solemnidad los actos que se celebraron con motivo del LXXV aniversario de la bendición de la imagen de María Santísima del Refugio, realizándose un devoto Rosario de la Aurora con la venerada Titular por las calles del barrio, al alba del día 25 de enero.
Con el título “Adoremus in Aeternum, Sanctissimun Sacramentun. El legado de un arrabal”, tuvo lugar desde los días 6 al 16 de junio del año 2013, una exposición sobre la Hermandad Sacramental de San Bernardo, en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla. Si bien nuestra corporación, había aportado elementos de su patrimonio devocional e histórico en otras muestras cofrades y artísticas, era la primera vez que se organizaba un evento sólo y exclusivamente de nuestra Hermandad. Siendo también la primera muestra que sólo referida a hermandades sacramentales se ha realizado en el mencionado centro.
Se hace también necesario mencionar, que debido a esta especial vinculación de la Artillería de esta ciudad con la Hermandad, desde tiempo inmemorial, por la colaboración prestada a la misma en momentos de grandes dificultades (en especial tras la Guerra Civil) y al interés que siempre mostró hacia esta corporación, fue otorgada la distinción de Hermano Honorario de esta Hermandad al Regimiento de Artillería Antiaérea número 74, como heredero de la tradición artillera sevillana, con fecha 2 de octubre de 2014.
Añadir que, con el ejemplo dado por los predecesores de esta Hermandad, en su preocupación continua a lo largo de la historia, de dar a sus hermanos cristiana sepultura, ha llevado en la actualidad, a que tampoco pueda ser indiferente a la corporación el destino de los restos mortales de aquellos cofrades que la componen, llamados a participar de la Gloria de Nuestro Señor. Para lo cual, estando la antigua cripta de enterramientos, completamente adecuada y acondicionada, desde que reposan en dicho lugar sagrado, los restos del que fuera Párroco de la feligresía y Director Espiritual de esta Hermandad, Mons. D. José Álvarez Allende, fue bendecida el 21 de octubre de 2014, como columbario, para que se puedan custodiar las cenizas funerarias de los hermanos difuntos, ofreciendo de esta manera a los familiares del fallecido, como condición de cristianos, la oportunidad de depositar digna y adecuadamente los restos de sus seres queridos.